Para nadie es un secreto que el mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso. Lo vivimos en todos los ámbitos de nuestra vida: hemos cambiado nuestra manera de comer, de estudiar, de relacionarnos, de trabajar… en resumen, estamos viviendo de manera diferente, tanto que hasta hemos cambiado nuestras ideas sobre lo que es la felicidad.

Para algunos, este es un proceso traumático. No solo implica deshacernos de viejos paradigmas que considerábamos ciertos, sino también mantenernos en un constante aprendizaje que nos permita adaptarnos más rápido y mejor a una nueva realidad. Sin embargo, todo depende del cristal con el que lo mires, puedes lamentarte y sufrir porque las cosas ya no son como creías que serían o cambiar de actitud y adoptar la mejor disposición para aprender… nada es bueno o malo por sí mismo, son nuestras interpretaciones y actitudes las que van a determinar cómo vivimos cada experiencia y de hacia dónde queremos dirigirnos.

Una anécdota personal.

Me viene a la mente la historia de un amigo que, tras haber vivido los mejores años del momento inmobiliario, sufrió la caída del mismo y se encontró en una situación más difícil que cuando comenzó. Rápidamente hizo consciencia de su situación extrema, se liberó de juicios y decidió empezar de cero, estudiando dos carreras al mismo tiempo para enfocar un futuro diferente, con nuevas prioridades y desafíos, tomando como norte la recompensa emocional y la paz interior, por encima de la retribución económica y triunfo social.

Este amigo del que te hablo, luego de un tiempo, llegó a decirme: “Yo necesitaba vivir todo aquello que viví, caer a las profundidades del dolor donde caí. Ahora siento que la vida que afronto es una vida mucho más acorde a quien soy y a lo que quiere que me llene y me haga disfrutar en los muchos años que aún me quedan… creo que por aquel camino habría terminado siendo un infeliz”.

Una gran fortaleza en estos tiempos es poseer la sabiduría que surge de la inteligencia, humildad interior y responsabilidad… saber encuadrar los acontecimientos que nos ocurren con el espíritu adecuado.

No me malinterpretes, lo que te planteo no es que sea fácil ni que debamos permanecer de brazos caídos, resignándonos a cada nuevo acontecimiento y a que la felicidad sea tan solo un sueño inalcanzable. Todo lo contrario, lo que quiero es animarte a que, a pesar de lo complejo de la realidad que cada uno de nosotros estamos atravesando, uses toda tu inteligencia y fortaleza para trazarte nuevos horizontes y buscar la forma de llegar a ellos. En ocasiones, los momentos difíciles terminan llevándonos más lejos de lo que hubiéramos siquiera imaginado en una posición más cómoda.

Reflexiones finales.

Personalmente, no me hace demasiada gracia ese eslogan propagandístico de “hay que saber ser feliz con menos”, por mucho que sea una gran verdad. Me resulta antipática porque termina siendo una especie de imposición. Yo no me conformo a vivir con menos, por lo que no le pido a nadie que lo haga… lo que sí hago es invitar a las personas a que elijan bien de qué quieren más.

“El mayor problema del hombre no es que apunta demasiado alto y falla, sino que apunta demasiado bajo y acierta”. Miguel Ángel.

Yo quiero más amigos, más conversaciones, más sonrisas, más tiempo de calidad con mi mujer y mi hija,  más personas agradecidas, más personas a las que ayudar, más brisa de mar, más susurros del viento… y también mantener día a día mi camino para que toda la energía y paz que me aporta eso me haga afrontar con fuerza mi propósito personal, no quedarme apuntando bajo sino ir a por todas, lo más arriba que pueda. Porque dentro de nosotros hay algo que, si vamos a por él, si no dudamos, si no nos vemos pequeños, nos va a dar la felicidad auténtica. Aquella que se sustenta en la paz interior. Espero que nadie se conforme con menos de eso.

Si aún te sientes perdido con eso de la felicidad y no sabes dónde puede estar la tuya, te invito a que leas este artículo para que halles tu camino correcto. ¡Que lo disfrutes! 😉

Luis Gil– Inspira y Avanza.Puedes tener la vida que deseas. Sabemos cómo guiarte: www.luisgilconsultoria.com