
ENLACES ÚTILES
© 2020 – Luis Gil
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Si nos preguntaran si quisiéramos tener un buen o un mal día, probablemente todos elegiríamos tener uno bueno. Queremos tener buenos días, buenas semanas, buenos meses… alcanzar la felicidad y mantenernos en ese estado siempre. Si alguno de nosotros afirmara lo contrario, posiblemente sería tildado de loco o excéntrico.
Si bien podemos estar de acuerdo en que queremos ser felices, la verdad es que a la mayoría de nosotros no nos queda claro cómo conseguirlo, trazar el camino para alcanzar la felicidad parece ser tan complicado como definirla. Muchos desearíamos saber las consecuencias exactas de cada una de nuestras decisiones para saber si conducen a lo que deseamos y cómo nos sentiríamos en ese ansiado momento en el que alcanzamos nuestras metas, pero hasta ahora no hay una forma exacta de hacer semejante predicción.
Peor aún, cuando elegimos metas solemos dar por sentado que una vez que las alcancemos seremos realmente felices. Rara vez nos preguntamos si esto realmente será así, si nuestras necesidades serán satisfechas y obtendremos la felicidad.
Por si fuera poco, el asunto se torna más complejo cuando confrontamos la idea de que tampoco obtendremos certezas de personas que han alcanzado las metas que nosotros anhelamos. La razón es que la memoria tiende a ser creativa, selectiva y poco precisa, por lo que a pesar de que podamos aprender mucho de las personas con más experiencia que nosotros, ellos no pueden brindarnos fórmulas exactas.
Que no podamos trazar con exactitud nuestro camino a futuro ni obtener respuestas inequívocas consultando sobre el pasado de personas experimentadas, no quiere decir que debamos confiarle nuestro destino a la suerte. Un famoso (y bastante largo) estudio de la Universidad de Harvard nos brinda las claves para encaminarnos activamente hacia nuestra felicidad.
El estudio de Harvard señala que si bien la mayoría de las personas creen que para alcanzar la felicidad deben ser ricas y/o famosas, no es la riqueza o la fama lo que influye en que seamos sanos y felices. Tampoco es necesario trabajar y hacer un esfuerzo sobrehumano para ser merecedores de una vida plena. Lo que realmente marcó la vida de los participantes del estudio fueron las relaciones. Es en ellas que parece encontrarse la clave de una vida sana y feliz.
Considerando que las relaciones no suelen estar entre nuestras prioridades y que muchos pueden mostrarse escépticos, te brindamos una serie de motivos para que reconsideres su lugar en tu vida:
Las personas que cuentan con relaciones nutritivas (bien sea con amigos, familia o con miembros de su comunidad) viven más tiempo y poseen una mayor calidad de vida que aquellas que están más alejadas de sus semejantes de lo que quisieran.
De hecho, varios estudios corroboran esta afirmación. Las personas que cuentan con relaciones de calidad suelen ser más longevas, están de mejor humor y tienen hábitos más saludables que aquellas que no tienen este tipo de relaciones.
Las relaciones vacías (aquellas en las que no existe un compromiso mutuo y en las que la personas no están seguras de si pueden contar con el otro) no conllevan los beneficios de las relaciones de calidad.
Más grave es el caso de las relaciones conflictivas, puesto que estas se traducen en efectos perjudiciales para la salud. Esto no significa que la existencia de una discusión hace que una relación sea nociva, una relación puede ser de calidad y nutritiva cuando (a pesar de los desacuerdos) los integrantes saben que pueden contar con los otros.
Los humanos somos seres bio-psico-sociales. Esto quiere decir que somos seres integrales, donde lo biológico, lo psicológico y lo social se relaciona íntimamente entre sí.
De acuerdo a esto, se ha demostrado que las relaciones son beneficiosas tanto para la psique como para el cuerpo. Las personas con relaciones de calidad evidencian menos achaques propios de la vejez y no suelen perder su buen humor ni siquiera en aquellos momentos en los que sufren algún dolor físico (a diferencia de las personas carentes de este tipo de relaciones, que no solo presentan más inconvenientes de salud sino que en los momentos de dolor sienten su malestar emocional amplificado).
Si leyendo esto encuentras que cuentas con relaciones de calidad, ¡felicidades! Disfruta de ellas y continúa cultivándolas, son un gran tesoro.
Si, por el contrario, consideras que aún no tienes este tipo de relaciones, tienes muchas opciones por delante. Piensa en comenzar a hacer cosas como restarle tiempo a la computadora y smartphone para compartirlo con aquellos que te rodean, realizar actividades novedosas, practicar algún hobbie (con lo que además tendrás la oportunidad de conocer personas con gustos similares a los tuyos), visitar a aquellos miembros de tu familia que llevas tiempo sin ver, o contactar con tus amigos de la infancia.
Como habrás podido intuir, la felicidad se nutre de nuestro interior, es algo más profundo que acumular dinero o seguidores. Si basamos nuestra felicidad en condiciones externas, esta será tan inestable como nuestro entorno cambiante; si nos empeñamos en que todo ocurra como deseamos, sentiremos una gran frustración al notar que no podemos controlarlo todo.
Tu felicidad no está determinada por el mundo exterior, sino por cómo interpretas y respondes a ese mundo. Es un estado mental.
Para finalizar, te invitamos a que te unas a nuestro reto de la felicidad pulsando aquí. Es una excelente oportunidad para aprender, compartir y para que tracemos juntos el camino hacia nuestra propia felicidad.
«La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos». Pablo Neruda.
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