Hace aproximadamente un mes comencé la evaluación del clima laboral de una empresa y en unos días me estaré reuniendo con sus directivos para conversar sobre los resultados. Eso me ha hecho reflexionar, una vez más, en la complejidad de estos procesos.
Hay quien piensa que una evaluación acaba en el momento en el que se llena un instrumento o se recoge la información, pero la verdad es que esa es apenas una parte del camino.
Cada vez que un cliente me llama diciéndome que necesita ayuda en su negocio, me enfrento al desafío de comprender no sólo su realidad actual, sino también su historia y sus aspiraciones… sólo así puedo realizar una evaluación adecuada y útil para todos los implicados. Sin embargo, para que esto sea posible, es indispensable que los resultados de esa evaluación puedan ser asimilados por los miembros de la empresa. No es fácil. Independientemente de que alguien sepa que tiene una necesidad o un área de mejora (y busque ayuda), recibir una crítica requiere una gran dosis de madurez y compromiso.
Una prueba de fuego para la directiva
Si bien la directiva de una empresa es quien solicita y autoriza cualquier proceso de evaluación, eso no implica que el feedback vaya a ser automáticamente bien recibido. Es natural, cada quien hace lo mejor que puede con las herramientas que tiene disponibles y puede ser muy duro enfrentarse a la idea de que el esfuerzo invertido no esté dando los resultados esperados.
Parte de la tarea del equipo de evaluación es comprender dónde están los fallos, cuál es su origen y con qué recursos cuenta la empresa para solventar su situación. No se trata solo de identificar lo que no funciona, también es fundamental destacar lo que sí y darle su justo valor.
Algunas recomendaciones para recibir un feedback de buena manera:
Si estás en medio de un proceso de evaluación y quieres aprovechar la inversión en tiempo, ilusiones y esfuerzo que has hecho, te regalo estas ideas para que puedas recibir los resultados con un espíritu crítico que te ayude a obtener el máximo beneficio.
No lo tomes personal:
Un resultado que no te guste no define tu trabajo ni significa que alguien la ha tomado contra ti sin valorar todo lo que aportas a la organización. De hecho, en ocasiones parte del énfasis que suelen tener los informes en las áreas de mejora no se debe a que sean más importantes que el resto, sino a que es allí donde están las mayores oportunidades de cambio que necesitas para seguir creciendo.
Valórate y ten presente hasta dónde has llegado:
Si has solicitado una evaluación porque quieres crecer profesionalmente o estás enfrentando dificultades es porque ya has recorrido buena parte del camino y tan solo necesitas otros recursos para seguir adelante. En otras palabras, no se puede evaluar algo que no ha comenzado o no funciona en lo absoluto. Lo que has hecho te ha permitido llegar hasta donde estás y ese feedback que quizás te incomode no es más que información para alcanzar una nueva meta.
Si estás haciendo tu mejor esfuerzo en el trabajo, pero eso no parece reflejarse en la práctica, puede que en esa crítica esté la clave para que lo que haces tenga los resultados que quieres.
Regálate una oportunidad:
Independientemente de si te gusta o no el feedback que has recibido, coméntale tus inquietudes a los evaluadores, reflexiona sobre qué puedes utilizar a tu favor y, si aún tienes dudas, haz pequeñas pruebas que te permitan ganar confianza… ¡Nadie que sea sensato te va a pedir que actúes a ciegas ni va a despreciar tu experiencia profesional!
Recuerda que, más allá de las dificultades, has llegado hasta aquí gracias a tu trabajo y el de tus colaboradores. Te invito a ver los procesos de evaluación tan solo como la transición necesaria para alcanzar un nuevo nivel acorde a tu experiencia, conocimientos y aspiraciones.
Luis Gil– Inspira y Avanza. Puedes tener la vida que deseas. Sabemos cómo guiarte: www.luisgilconsultoria.com