Esta semana ha estado cargada de emociones. Esas que se sienten cuando una meta importante está a punto de cumplirse. Como seguramente sabes, no todas esas emociones son positivas, pues el ego juega su papel, y se encarga de hacernos sufrir justo cuando más cerca estamos del objetivo.
Hay muchas personas que, justo ahí, dan media vuelta o abandonan. En ese momento en que no pueden ver la meta, porque falta esa última curva que ya les enfila hacia la recta final, el fracaso se apodera de ellas y sucumben a la derrota. Es una auténtica pena porque, una vez que conseguimos ver la recta final con la meta al fondo, su visión nos hace sacar fuerzas de flaqueza y afrontar con decisión esos últimos pasos.
Esa última curva es fundamental, y las malas sensaciones suelen ser muchas veces los mayores indicadores de lo cerca que estamos de nuestro éxito. Debemos interpretarlas así, en lugar de dejarnos arrastrar por ellas hacia el desánimo y la duda. Hay que mantenerse firme, sabiendo que esa tensión, ese hastío, justo cuando más cerca estás, son los últimos esfuerzos de tu ego. Esa vocecita dentro de ti que se esfuerza para que no cambiemos, para que sigamos en la zona cómoda, para que no crezcamos. Sabe que todo crecimiento supone alejarnos de él y ganar en libertad, y esa es una gran amenaza que trata de evitar.
Sigue firme cuando se aproxime la curva y la duda te asalte. Sonríe e imagina al ego, escondido, tratando de ponerte obstáculos en tu victoria. Mira como se desvanece cuando sigues adelante. Comienza a ver los reflejos de la meta al dar cada paso. Aparece ante ti la recta final… disfruta el momento, has vencido.