Esta semana he trabajado con el gerente de una empresa que realmente estaba inquietado por el descenso de los resultados en su negocio, que además coincidía (casualmente??) con un periodo de su vida falto de ilusión y ganas por hacer cosas… me recordó una situación vivida con un cliente hace unos meses.
En aquel proceso, que también comenzó con una preocupación por su estado emocional, motivado en parte por los malos resultados de su empresa, y tras un par de sesiones donde, como ocurre en muchos casos, la persona se queda en la superficie de problemas triviales del día a día, sin que se sienta preparado para avanzar más, pudimos llegar a la verdadera fuente de su estado emocional y de cómo se reflejaba en la empresa: «Hace mucho que sólo hago aquellas cosas que no me harán sentir que pierdo».
[Tweet «No juegues nunca a empatar. En la mayoría de los casos, perderás.»]
Pero eso no era algo restringido a las decisiones empresariales… «sólo hago deporte si sé que las personas con las que lo hago son peores que yo, si hay alguien mejor en el partido dejo de esforzarme… al final para perder…». «Hace tiempo que salgo con personas que realmente no me llenan, pero que veo muy accesibles, desde que me separé no quiero más decepciones, no aspiro a nadie excesivamente bueno»…. todo en su vida se había dispuesto para que nunca sintiera que podía perder.
Terrible. Cuando él se hizo consciente de ese diálogo comenzó a entender… tuvo ese momento que a menudo nos ocurre de «ruptura»…. de poder sacar el sentir profundo de nuestra vida que nunca hemos expresado, … el «Re-sentir«… y desde ahí pudimos ir construyendo una nueva manera de ver la vida, o quizá no tan nueva, pues él ya había vivido al máximo, pero cambiando lo necesario para que el concepto de fracaso en ese camino no lo devolviera a una «concha» de protección… y desánimo.
No juegues nunca a empatar. En la mayoría de los casos, perderás.
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Imagen de levantatusmanos.blogspot.com