¿Eres de los que espera con ansias los feriados de navidad? Yo amo lo que hago, pero la verdad es que también me gusta disfrutar de unas buenas vacaciones. Sin embargo, lo que imaginamos para nuestros días libres rara vez coincide con la realidad y eso a veces puede convertirse en un problema.
Te explico: cuando estamos trabajando o inmersos en nuestra rutina habitual es muy fácil dejarnos seducir por la fantasía de las vacaciones. Creamos imágenes en nuestra mente donde todo es perfecto y nos alcanza el tiempo para hacer todo lo que queremos… pero, en la vida real, nuestro tiempo es limitado y puede ser un reto conciliar nuestras actividades.
En las navidades puede que estas dificultades para gestionar el tiempo se agudicen porque generalmente tenemos algunos compromisos extra y es tan valorado el compartir con nuestros afectos que la necesidad, totalmente legítima, de tener un espacio individual puede prestarse a confusiones. Afortunadamente, no estamos atados de manos y hay mucho que podemos hacer: la clave radica en una buena organización que evite que vayamos caóticamente de un compromiso a otro y nos permita tomar el control de nuestro tiempo.
Navidad es una época maravillosa para compartir, pero también para reflexionar y pasar un enriquecedor tiempo a solas. Ambas alternativas son válidas y lo más sano es no dejarse llevar por lo que se espera ni caer en los extremos, sino equilibrar nuestras actividades para poder aprovecharlas realmente y dar lo mejor de nosotros en cada una.
1. Elige los momentos adecuados.
La mayoría de las tradiciones navideñas se basa en compartir con nuestros seres queridos. Es importante que nos demos la oportunidad de disfrutar esos momentos, pero también es natural desear un tiempo por nuestra cuenta para dedicárselo al descanso o a algún proyecto personal.
Por eso, es fundamental que hagamos una planificación realista que contemple tanto los compromisos que hemos adquirido, como momentos de ocio y uso personal. Muchos de los conflictos vienen justamente porque nos agobiamos viendo cómo pasa el tiempo y no hemos hecho lo que teníamos pensado, por lo que terminamos intentando hacerlo todo a la vez de manera desordenada y en momentos inapropiados.
Si en tu familia es importante la cena de navidad, por ejemplo, no elijas justo ese instante para leer el libro que querías o ponerte al día con tu serie favorita. Puedes utilizar las primeras o las últimas horas del día para esas actividades, cuando los demás estén durmiendo u ocupados.
2. Comunícate.
A menos que seas una persona en extremo solitaria, las festividades implican que pasemos más tiempo con nuestra familia y amigos. De ahí surge la necesidad de conciliar nuestras expectativas con las de otros, sin dar nada por sentado para no caer en malos entendidos.
Uno de los problemas más comunes a la hora de compartir tiempo en familia no es que cada quien desee algo diferente, sino el desconocimiento de ese deseo.
Si te hace ilusión ver una película con tus seres queridos, dilo con tiempo para que los demás puedan incluirlo en sus agendas. De igual manera, si necesitas un tiempo para ti o deseas hacer algo particular, comunícalo a los demás de manera sincera y respetuosa para que estén al tanto y puedan hacer cualquier ajuste que sea necesario.
3. Sé flexible.
La navidad es época de tradiciones, pero eso no implica rigidez. Las cosas cambian, tú también lo haces así no te des cuenta de ello, y es sano abrirte a nuevas posibilidades. Si durante estas fechas alguien quiere hacer algo distinto, como lo que te recomendaba en este artículo, ¿por qué no darle una oportunidad a la originalidad? Así como tú tienes deseos y necesidades particulares, quienes te rodean también las tienen y con un poco de creatividad podrían estar creando excelentes recuerdos y nuevas costumbres… después de todo, de eso se trata, de compartir tiempo de valor.
Luis Gil– Inspira y Avanza.Puedes tener la vida que deseas. Sabemos cómo guiarte: www.luisgilconsultoria.com