Todos tenemos momentos en nuestro camino donde no somos conscientes de lo que necesitamos para avanzar. En ese momento, nada ni nadie nos puede aportar una enseñanza, porque como no piensas que sea lo que ahora tu vida necesita, no te preocupas de incorporarlo en tu aprendizaje. A esto se le llama incompetencia inconsciente (ni lo sabes, ni sabes que lo necesitas). Posteriormente puede darse la situación de que un momento de reflexión, un buen consejo, nos permita entender que para poder seguir adelante necesitamos incorporar algo nuevo a nuestra vida. Ahí se nos enciende la bombilla y asimilamos que nos falta, que aún no lo tenemos con nosotros. En ese punto pasamos a la etapa de incompetencia consciente (no lo sabes, pero sabes que lo necesitas). Esto es un gran paso, tal vez el más importante a la hora de buscar soluciones. Te diste cuenta.
Tras este momento, comienza posiblemente un proceso para adquirir aquello que nos falta, y lo vamos poniendo en práctica con mucho cuidado, pues no terminamos de manejarlo con soltura. Estamos en la etapa de competencia consciente (sabía que lo necesitaba y ya lo sé hacer). Lo único que ocurre es que aún estoy tan verde que cuando me despisto un momento y no pongo los cinco sentidos, se me escapa y el desempeño cae. Será sólo mediante la práctica como podré hacer de ese nuevo recurso algo que forme parte de mí, de manera que salga a la luz en los momentos que lo necesito sin ni siquiera darme cuenta. Hemos llegado al final del proceso, a lo que se llama competencia inconsciente (lo sé y ya lo hago automáticamente).
Si te diste cuenta, Estás aún al inicio del camino, pero estás en él. Otros aún dan vueltas y vueltas sin saber que necesitan algo más para escapar de esa espiral negativa.
