Es curioso como ocurren las cosas por sí solas. La vida tiene siempre situaciones maravillosas, al menos para los ojos de personas curiosas y deseosas de vivirlas, grupo en el que, humildemente, me incluyo.

Esta semana, he estado más conectado que nunca con el mundo de la solidaridad y el voluntariado. Por un lado con mis obligaciones en la ONG que fundé, junto a muy buenas personas, hace ya casi tres años y, por otro, preparando un taller sobre optimismo y buenas actitudes  que la semana que viene imparto, para los futuros héroes anónimos, en la primera escuela de voluntariado de Málaga.

Pues justo en esta semana, he tenido también el privilegio de conocer a Andrés Olivares. El alma de la Fundación Luis Olivares y, sobre todo una gran persona. Os dejo el enlace de la fundación, porque es impagable su labor hacia los niños con cáncer y sus familias, y creo que cualquier difusión que se haga de ella es poca. Así que mostrarla a vosotros, personas sensibles y que buscan mejorar y ser mejores, es lo mínimo que podía hacer.

Una fundación muy GRANDE para ayudar a los más pequeños

Estoy seguro que la humildad de Andrés tal vez haga que le incomode esta mención, pero yo tenía que hacerlo. Porque soy un total admirador de las buenas personas. Esas que te dan un abrazo de verdad cuando te ven incluso por primera vez, las que te sostienen una mirada serena y una buena sonrisa mientras comparten una conversación, las que todo lo que te dicen te recarga de energía, las que sacan dos minutos de una agenda de infarto para saludar con calma a un perfecto desconocido. Y Andrés es una de esas personas.

Recordaba ahora dos párrafos incluidos en mi libro, «La espiral de la felicidad«, donde hablaba de dos grandes herramientas, dos grandes valores en el camino hacia una vida mejor y más feliz, la Bondad y la Solidaridad. Esta fue mi forma de expresarlo:

«Bondad. Sólo hay una cosa que genere más energía y un estado más positivo que recibir una buena acción de alguien: realizarla tú. Desde ceder el asiento en el tren, hasta la mayor de las muestras imaginables, la bondad, la inclinación a hacer el bien, tiene una doble carga energética, la que nos damos nosotros mismos al sentir que hemos contribuido, y la que generosamente nos ofrece aquel que ha recibido la acción. Hacerlo sin esperar nada a cambio supone la mayor inversión para el éxito que una persona puede hacer. En muchas ocasiones el retorno no es inmediato, pero la vida se encargará de ofrecernos el alimento necesario cuando más lo necesitemos. No encontrarás nada comparable. Todo ser humano busca amor, en las diferentes formas en que puede encontrarse. Ofrecerlo de manera desinteresada, esta vez bajo el envoltorio de las buenas acciones, suele retornar todo lo entregado y mucho más aún»

«La Solidaridad es el sentimiento de participación en metas cuyos objetivos son comunes para un grupo de personas, y cuyos fines aportan algo positivo, principalmente a terceros. La solidaridad crea vínculo, aglutina la energía individual y la incrementa mucho más, gracias al efecto multiplicador que consigue el grupo. Supongo que has sentido alguna vez la carga energética que se palpa en un concierto, un evento deportivo, o alguna celebración en grupo en la que hayas participado. Habrás visto como esa energía se acumula, se incrementa y se contagia finalmente a los participantes del evento.  Con la solidaridad conseguimos de nuevo un efecto doble, pues supone desplegar nuestra bondad con otros pero potenciándola gracias al grupo. Aporta una recarga emocional de gran valor»

Creo que Andrés refleja a la perfección estos dos valores. Para este constante aprendiz de la vida que os escribe, ha sido una auténtico placer conocerlo, y espero saber transmitir a los futuros voluntarios la necesidad de personas como estas que hagan una sociedad mejor, más justa, y más feliz.

Luis Gil – Inspira y Avanza

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