Hoy vamos a hablar de redes, pero no de redes neuronales, ni de redes sociales, aunque estén muy relacionadas con el asunto de la entrada. Hoy vamos a hablar de redes Humanas.
Es curioso como los seres humanos generamos hábitos, modas y aficiones con la misma velocidad con la que vamos generando nuevos miedos. Esta situación nos lleva a una continua evolución, nuevas formas de convivencia y también a la aparición de nuevas barreras que debemos romper.
En esta semana, el denominador común de nuestra actividad se ha centrado en el efecto de las redes humanas, de aquellas que establecemos cara a cara, persona a persona, y que están comenzando a crear en ciertas personas nuevos miedos y nuevas limitaciones. La sociedad actual vive el desarrollo de una cultura de entretenimiento y relaciones muy alejada de la de hace muy pocos años. Son muy pocos si nos comparamos con la edad que tenemos como especie, pero también lo son si simplemente tomamos como referencia el periodo que vivimos desde el inicio de la revolución industrial… hace poco más de cien años, casi la esperanza de vida media actual de una persona en los países civilizados. Es posible que el ritmo de evolución sea el adecuado, pero como suele ocurrir, tras un salto adelante son necesarios reajustes que nos lleven de nuevo a un equilibrio asumible.
Hay personas que desde pequeñas han tomado unos hábitos demasiado individuales. Juegan solos en casa con sus consolas electrónicas, estudian solos aprovechando los recursos de información y las herramientas que ofrece internet , incluso como paradigma, se relacionan con otras personas en la soledad de una habituación a través de las redes sociales. Estos hábitos a muchas de estas personas les están creando auténticas limitaciones a la hora de, por ejemplo, relacionarse cara a cara con otras personas, levantar un teléfono para concertar una entrevista de trabajo o presentarse en las oficinas de una empresa para presentarles un producto o servicio.
Los seres humanos somos eminentemente sociales. Perder las herramientas que tanto tiempo hemos ido desarrollando para interaccionar unos con otros nos hace retroceder en nuestras posibilidades, nos hace perder esas “sensaciones” que de forma innata nos llegan cuando detectamos algo oculto (positivo o negativo) en la persona que se encuentra frente a nosotros. Van creando ciertos “vacíos” en nuestra inteligencia emocional (extrapersonal).
Os animamos a que salgáis ahí fuera. Os animamos a que busquéis un equilibrio entre aquello que desarrolláis individualmente y lo que realizáis interaccionando con otras personas. Esa interacción es muy valiosa, natural y enriquecedora. Una nueva oportunidad de crecer. Tomad el mando de vuestra vida también en ese apartado. Sin miedo.