Hoy, reflexionando a la hora de escribir este post, comencé a ojear las entradas en el blog, y como habían evolucionado en el tiempo.
Me di cuenta que, poco a poco, siempre con la idea de hacerlo más atractivo y, por qué no decirlo, más en línea con los consejos de lo «que hay que hacer»; las entradas iban teniendo cada vez más «ENVOLTORIO». Comencé incluyendo fotos, luego enlaces, después algún vídeo posteriormente alternaba los colores de palabras y frases, y ya, para terminar, puse diferentes tamaños de texto.
De repente, me asaltó una duda ¿Y el contenido? ¿No habré sacrificado el contenido?…
Me puse a leer, con espíritu crítico, tratando de valorar si el tiempo no había maquillado las entradas, pero las había hecho perder su verdadero valor, el contenido, el mensaje. No os voy a dar mi opinión, tan sólo os diré que respetaré mucho la que tengáis cada uno de vosotros al respecto. 🙂
Tras esta situación, comencé a reflexionar sobre muchas personas y cosas que, motivadas por hacerse atractivas, han ido mejorando el «ENVOLTORIO», recubriéndose de capas brillantes, sugerentes, misteriosas, divertidas, carismáticas, caras, de diseño…pero que han olvidado cuidar y mejorar lo que había en su interior.
Hoy tal vez la entrada no sea la más profunda, tal vez no consiga atraer tu mirada por el brillo de un color en el texto o una foto original, pero sí que se presenta desnuda, sin miedo. Está aquí para mostrarte la idea, la reflexión, para que te ayude a valorar si no estás tratando de vender algo, o de venderte tú mismo (en el buen sentido, lógicamente) dando demasiada importancia al envoltorio y dejando atrás lo más importante en un regalo, el contenido.
Muchas personas huecas, prestidigitadores de focos y gestos al patio de butacas, demasiadas. Demasiados productos cubiertos de purpurina sin ninguna auténtica utilidad. Tal vez también demasiadas personas deslumbradas por tanto glamur, pero luego terriblemente desilusionadas por un contenido inexistente.
Piénsalo y, simplemente, ponte en el lugar del otro. En el fondo, ¿quién se alegra de recibir un regalo en una caja espectacular si cuando la abre esta VACÍA?
Luis Gil – Inspira y Avanza.
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